Con la llegada del frío y del invierno, al igual que pasa a la inversa con la irrupción del calor en verano, lo lógico y saludable es adaptar los hábitos gastronómicos. Tradicionalmente, las recetas de comida propias del invierno han estado relacionadas con la celebración de las tradicionales matanzas, de forma que el cerdo y sus derivados son durante los meses de frío un recurso muy habitual en nuestras cocinas. Pero aparte de las recetas de cerdo, las sopas, las cremas y los guisos, en la mayoría de sus variables, al ser recetas que se sirven y se toman en caliente, son muy recomendables para hacer frente a las bajas temperaturas del invierno, por la sensación de bienestar que proporcionan al instante, pero también por la alta concentración de calorías que tienen.
Las recetas de invierno también son conocidas como platos de cuchara, platos calientes, cocina de la abuela, etc.; estando dichas denominaciones asociadas a un estilo de cocina tradicional muy bien considerada que, en dos palabras, podríamos definir como buen comer. A la pregunta de si existe una gastronomía estacional, por lo tanto, nuestra respuesta es sí, ya que aparte de existir productos de temporada asociados a cada estación de año, no se tienen las mismas necesidades nutricionales en una época que en otra.