Aunque la reputación del café deje lugar a dudas en virtud de una serie de atribuciones peyorativas que se le asignan tradicionalmente, lo cierto es que el café, debido a su alto contenido en antioxidantes, es un alimento excepcional cuya ingesta diaria puede prevenir multitud de enfermedades. O esto es, al menos, lo que hemos extraído después de leer el interesante artículo publicado por la dietista Kerri-Ann Jennings en la revista Eating Well (comer bien).
En el mencionado post, Jennings hace una defensa del café apoyándose en los resultados de miles estudios científicos que demuestran que un consumo moderado del café (o sea, entre una y tres tacitas de café al día), es más que bueno, muy bueno para la salud. Una de las principales virtudes del café es su capacidad para activar el óxido nítrico y dilatar los vasos sanguíneos a largo plazo, lo cual ayuda a mantener nuestro corazón en forma. Asimismo, los antioxidantes del café también pueden intervenir en la salvaguarda de los neurotransmisores que intervienen en los procesos cognitivos, reduciendo así el riesgo de padecer Alzheimer o demencia senil. Además, el café también es bueno para combatir las migrañas, la diabetes, y puede recudir el riesgo de padecer cáncer de hígado.
No obstante, hay que tener en cuenta que el café puede resultar perjudicial si se consume en exceso, o si se es hipersensible a los efectos de la cafeína. A corto plazo, de hecho, muchas personas sufren cuadros de nerviosismo y de ansiedad después de beber café, síntomas que suelen desaparecer, normalmente, en las personas que consumen café a diario. ¿Nos tomamos un café?
Me encata el caféééé!!