Hace poco he tenido conocimiento de la existencia de Cultivamos Futuro, una web y un proyecto en el que se resumen y se proyectan en actuaciones concretas, muchas de mis inquietudes en lo que respecta a la alimentación en general, y a la alimentación infantil en concreto. Siempre he hablado de la educación como motor de cambio, y en estos tiempos en los que la obesidad infantil ha venido aumentando de forma alarmante, la asunción de nuevos hábitos nutricionales se impone más que nunca como una necesidad en la familia.
El objetivo último de Cultivamos Futuro es propiciar el consumo de frutas y verduras entre los niños, una de las carencias más flagrantes en nuestra dieta actual, alejada de los valores propios de la verdadera filosofía alimenticia mediterránea. El reto en sí debería formar parte de los objetivos de las mismas instituciones sanitarias que lanzan el programa NAOS, o de las educativas. Sin embargo, personalmente echo de menos actuaciones más eficaces y con un mayor calado: publicidad, difusión a través de los medios de contenidos relacionados con la alimentación, inclusión en los planes educativos de materias específicas que promuevan una alimentación y unos hábitos de vida saludables, etc.
Por eso, iniciativas surgidas del ámbito privado como ésta (Cultivamos Futuro es una idea de Bouquet, la marca de Aneccop que representa a las cooperativas de cultivadores de frutas y verduras), me parecen especialmente elogiables, y más aún si están diseñadas con la profesionalidad y el acierto de Cultivamos Futuro. Resumiendo mucho, el proyecto trata de captar la participación familiar a través de las redes sociales Facebook y Twitter, como vehículo para la difusión de valores alimenticios. Para ello, los usuarios deberán plantear desafíos originales relacionados con el consumo de frutas y verduras a 10 familias reales que, en función del ejemplo que sean capaz de dar, recibirán más o menos puntos. Algunos ejemplos de desafíos son: elaborar zumos y batidos refrescantes, crear instrumentos musicales con frutas y verduras, hacer platos divertidos con caras, etc.
Alimentar bien a los niños es un deber con la doble virtud de propiciar el afianzamiento de una conciencia colectiva del concepto de «comer bien», y de asegurar la calidad en la salud de los hombres y mujeres del futuro. Es, por tanto, responsabilidad de todos. ¡Buen provecho!