Muy pocas horas después de que la OCU (Organización de Consumidores y Usuarios) hiciera público un informe acerca de la calidad de la leche en España que ha tenido un importante calado en los medios, y en el que sólo 10 marcas entre 47 salían bien paradas, la FENIL (Federación Nacional de Industrias Lácteas) ha emitido una nota de prensa en la que, como gato panza arriba, se defiende de las arremetidas de la OCU poniendo la mano sobre el fuego por las leches de España. Cosa lógica, por otro lado.
La nota de la FENIL consta de 4 puntos escuetos y directos, en los que se deja claro que «el estudio de la OCU carece de todo rigor y fundamento», que «las leches y los productos lácteos que se comercializan en España cumplen con la legislación vigente», y que «la leche en España es actualmente de mejor calidad que la que se comercializaba hace 10 años». Por todo ello, han anunciado que «tomarán medidas legales» con el fin de «defender el buen nombre del sector lácteo español».
Lo cierto es que, a pesar de la mala leche de la que hablan unos y del clamor de inocencia de otros, resulta difícil posicionarse en este tema. Principalmente, porque las acusaciones de la OCU se basan en estudios científicos -rigurosamente científicos, según han declarado en una nota de prensa emitida a modo de réplica-, y para el consumidor los estudios científicos son simplemente creíbles o no creíbles, pero rara vez asequibles y entendibles. Les avalan, eso sí, los datos aportados acerca del tipo de análisis físico-químicos y microbiológicos en los que se ha apoyado el informe, así como el escaso o nulo interés que se puede adivinar de una organización nacional como la OCU, de atacar por atacar, sin tener razones sólidas para ello.
Al final, como todo, el consumidor tiene la última palabra, y éste se basará en la mayor o menor credibilidad que le ofrezca una y otra fuente. En mi opinión, es el propio Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural quien debería tomar cartas en el asunto, auditando a las marcas de leche españolas con el fin de arrojar luz sobre el asunto. Aunque después de la crisis del pepino, la bomba mediática del informe de la OCU -aún siendo cierto- no ha tenido que ser precisamente bien acogido en casa de Rosa Aguilar. Quedamos a la espera de ver si el tiempo acaba echando tierra sobre una posible verdad, o si la FENIL es capaz de demostrar el buen hacer de las marcas de leche españolas. Personalmente, preferiría esto último, aunque tengo serias dudas.
Foto: Muffet
El trabajo que normalmente hace la OCU es, en sí mismo, una garantía de que los resultados expuestos son ciertos. Los consumidores necesitamos más investigaciones de este tipo, claras y , yo diría en este caso, incuestionables. No sé por qué producen tanto revuelo, quien tenga los deberes bien hechos, querrá salir voluntario a la pizarra…
Estoy de acuerdo. Yo intento intento siempre basar mi opinión en los datos que ofrece la realidad misma, y en este caso, puestos a valorar la información vertida por unos y otros, lo cierto es que el análisis de la OCU es amplio y muy detallado, mientras que la FENIL ha respondido con una defensa escueta y generalista. No creo que puedan poner la mano en el fuego por todas las marcas lecheras que la integran, así sin más, aunque también tiendo que es su obligación. A ver en qué queda todo esto.