Las bicicletas son para el verano, y las dietas también. Bueno, para el verano, y para los meses previos. Ya hace tiempo que la dieta Dukan viene dejando constancia de ello, ganando adeptos a medida que los grados suben y las prendas de invierno van desnudando nuestros complejos. Ahora le llega el turno a la dieta South Beach. Una más, aunque obviamente no podemos meter todas las dietas en el mismo saco. La dieta South Beach viene pegando fuerte desde los Estados Unidos, donde muchas celebrities han manifestado ser fieles a la misma. Su creador es un cardiólogo llamado Arthur Agatston quien, al parecer, diseñó su dieta pensando en el corazón de sus pacientes, más que en las caderas y en las barriguitas de los miles de adeptos que han convertido sus libros en best sellers.
El auge de las dietas es la evidencia de que el mens sana in corpore sano de los sabios de la antigüedad se ha desvirtuado definitivamente. La sociedad mediatizada en la que vivimos, impone cánones estéticos que superan con creces a cualquier otro aspecto. La salud, por supuesto, ocupa un segundo plano ante el deseo exacerbado de perder kilos, o de hacerse con la tableta de Cristiano Ronaldo. Por mucho que al final se acabe consiguiendo un cuerpo más o menos saludable, no creo que si es a base de una dieta express como la South Beach o la Dukan, sea en correlación con una mente sana. No entiendo por mente sana aquélla en la que el deseo de lucir palmito se sostiene fundamentalmente en las ganas de exhibirse o de parecerse a tal o cual.
El verdadero equilibrio entre la mente y el cuerpo es, en mi humilde opinión, el fruto del maridaje de la cultura gastronómica y nutricional, con la responsabilidad y la disciplina que nos lleva a alimentarnos bien y a hacer ejercicio a diario. Y esa es la diferencia: a diario y durante toda la vida, porque se quiere y porque se tiene la convicción de que es lo mejor para uno. Tal vez nos estamos acostumbrando a comprarlo todo, a desear algo y a tenerlo ya, y puede que eso sea lo que explique el éxito de dietas como la South Beach y la Dukan. Yo desconfío de todas ellas.
Foto: Teresawer