Prohibido el paso a menores de 18 años, acompañados o no de personas mayores… Sin duda la polémica está servida, y es que en un restaurante del centro de Bilbao, al amparo del derecho de admisión, se impide la entrada a menores de edad vayan acompañados o no de personas mayores. Un cartel, expuesto en la entrada del establecimiento lo deja claro, al comenzar diciendo que se prohíbe la entrada a aquellas personas con un comportamiento incívico o violento que pueda causar molestias a otros usuarios o impedir el normal desarrollo de la actividad del local, y que termina con la contundente y controvertida frase “y también a los menores de edad, acudan solos o acompañados”.
Aunque es evidente que este hecho puede levantar ampollas en la sociedad, sobre todo en los padres, creo que antes de poner el grito en el cielo hay que ver estas cosas desde varios puntos de vista; el del empresario, el del resto de comensales y el de los padres.
Creo que cada empresario (véase en este caso como el regente del restaurante) puede y debe hacer en su negocio lo que le venga en gana. Sinceramente si en un sitio no me dejan entrar con mi hijo, pues no entro, me voy a otra parte y punto. No lo veo como una ofensa personal ni una medida directa contra mi hijo, si no como una forma más de llevar su negocio y destacar sobre el resto. Lo que está claro es que si yo no quiero que nadie me diga lo que tengo o no que hacer dentro de mi casa, yo no soy nadie para decirle a los demás lo que hacer o no dentro de sus negocios.
Ponernos en el sitio del resto de comensales del lugar, es sencillo, ya que estoy segura de que todos hemos comido al lado de una mesa con 1,2 o 6 niños (el número es lo de menos), a los que hubiéramos asesinado tras 5 minutos de estar a su lado. Y es que es muy triste ver como hay padres que pasan de todo, y más aún, padres que se ven desbordados por pequeños que no llegan al metro de altura… Y no hablo de adolescentes que están tan mal educados que sería mejor no sacarlos de casa.
Por último, si lo miro como madre que soy, sin duda pienso que se trata de una medida injusta, desproporcionada y, en muchos casos, carente de sentido. Si todos los bares y restaurantes del lugar hicieran lo mismo, padres, madres e hijos, estaríamos señalados como leprosos y nos tocaría ir de «posada» en «posada» para ver dónde nos dejaban alojarnos; cosa que no creo que sea justa.
De todas formas, sea cual sea el punto de vista desde el que se mire esta medida, en lo que sí deberíamos estar todos de acuerdo es que debe hacernos reflexionar y mucho, sobre las razones por las cuales un restaurante se arriesga a tomar una medida tan incívica y que tantos enemigos le puede causar… ¿No será que realmente algo está fallando en la sociedad actual y que estamos dejando que los más pequeños se nos suban a la chepa?
Foto: seamusiv
La verdad es que la polémica está servida. Pero también puedes verlo como otra opción, el restaurante al que podrás ir a comer o cenar, un día que quieras celebrar un aniversario o algo especial, sin niños por medio. 😉
Sí Susana, es lo que digo en el post, algunas veces cuando quieres tranquilidad en un restaurante desearías que los niños de la mesa de al lado no hubieran podido entrar… por eso creo que, en algunas ocasiones, es una buena medida.
Pienso que los restaurantes , bares y ese tipo de locales no son el mejor sitio para un niño.Me alegro de que esto se prohiba .No entiendo porque voy a cenar a un restaurante y los niños tienen que estar a las doce de la noche dando la lata, en lugar de dormir que es donde deberian estar. REITERO QUE LA PROHIBICION ME PARECE ADECUADA Y NECESARIA.
Marisa, como he dicho en el post, como usuaria de bares y restaurantes en muchas ocasiones me hubiera encantado que esta prohibición hubiera estado en vigor… Pero como madre, no me hace ninguna gracia que esto se extienda como si impedir la entrada a los niños fueran la solución a todos los males de la sociedad, porque desde luego, al igual que me he encontrado con niños latosos, he comido al lado de adultos «asquerosos» tanto en su forma de comer, como en su comportamiento con el resto de comensales. La pena es que la solución no es sencilla, ya que es única y exclusivamente falta de educación y eso es más complicado de atajar que con prohibiciones.
Personalmente agradezco que haya sitios sin niños, como yo no tengo hijos a mí me gusta poder estar en sitios donde sólo hay adultos (a poder ser bien educados). Eso no significa que yo solo vaya a ir a sitios donde no estén permitidos los niños ni pretendo que se les impida el acceso a los niños a ningún sitio, simplemente agradezco que sea una opción más.
En mi opinión de no madre (así que posiblemente esté equivocada) en el 95% de los casos, la culpa de que los niños molesten la tienen los padres. Entiendo que pueda ser una medida polémica, pero sinceramente creo que no debería serlo.