Hoy me ha llegado una noticia relacionada con una investigación arqueológica con un trasfondo gastronómico, en la que se explica cómo nuestros tatarabuelos, los neandertales, ya se daban sus mariscadas en la época; o sea, en pleno Paleolítico. Concretamente, los estudios se han llevado a cabo en la cueva Bajondillo, en Málaga, retrasándose la fecha en la que teníamos constancia del consumo de marisco por parte del hombre de los 50.000 años de la última referencia que constaba, a los 150.000 años.
Me pregunto si, además de comer marisco, los Neandertales ibéricos ya practicaban en el Paleolítico Medio la mirada por encima del hombro y el fanfarroneo cuando se daban al marisco, o mejor dicho, a las mariscadas. Y es que para algunos, mientras comer marisco es un simple acto gastronómico-nutritivo sin demasiado glamour, darse una mariscada es, independientemente del goce sensorial que le produzca, un pretexto genial para llamar la atención. Conozco a muchos que cambiarían una cena en una tasca de Huelva a base de raciones de gambas blancas, langostinos, cigalas y langostas recién pescadas; por una mariscada a base del mismo producto pero de inferior calidad, con tal de poder proclamar después su hazaña a diestro y siniestro por sms, twitter, facebook y hasta por señales de humo.
Y es que la comida, al igual que algunas bebidas como el vino (ya tratamos el tema del vino no hace mucho), es utilizada por algunos como un instrumento de distinción social, equivalente a otros como la ropa, el coche, etc. Al resto, a la mayoría -quiero creer- lo que nos gusta es comer bueno, cuando el producto es bueno. Y el marisco, si lo es, es un manjar que nos vuelve locos desde mucho antes de lo que pensábamos. Y todo esto para deciros que los Neandertales ya comían marisco…