En el municipio de Cistella, en Gerona, ayer fueron detenidos los propietarios de una masía dedicada en principio a la explotación de recursos ganaderos, como presuntos autores de un delito contra la salud pública, tras hallarse en los terrenos de la propiedad, escondidas entre maizales, 176 plantas de marihuana que pesaban cerca de 340 kilos.
Al parecer, el cannabis encontrado en Cistella se encontraba en su fase de desarrollo óptima para su recogida, llegando a superar incluso los dos metros de altura, y sobresaliendo entre las plantas de maíz y de sorgo que servían de biombo natural de la plantación ilegal. A pesar de ello, las platas de marihuana llamaban tanto la atención que, al parecer, el alijo fue detectado por los agentes después de una visita rutinaria por los aledaños de la finca. Vamos, que discretos, lo que se dice discretos, no eran los propietarios de esta masía. O eso, o que apostaron por la naturalidad como mejor método de disimulo, y la cosa se les fue de las manos. El caso es que la mezcla de cannabis con maíz no ha acabado siendo, en este caso, una idea demasiado brillante.
No me quiero ni imaginar el tipo de cereales que hubiera resultado de la recolecta por error de un maizal de este tipo. Lo que está claro es que, por desgracia, no hubieran faltado interesados en la compra de unas hipotéticas cajas de cereales de marihuana, a juzgar por los datos que sitúan a España a la cabeza de los consumidores de cannabis en Europa.