Ya hemos demostrado en numerosas ocasiones que las cocinas son lugares perfectos para hablar de casi todo. A mí me encanta escuchar la radio mientras cocino, y precisamente fue en la cocina, acompañado del transistor, cuando el jueves pasado me enteré, mientras le daba forma a la cena, del anuncio de la organización terrorista ETA del alto el fuego «permanente y de carácter general». Desde entonces, se han sucedido las declaraciones de unos y de otros a través de todo tipo de medios. Entre éstas, ciñéndonos exclusivamente al ámbito de la gastronomía, ha tenido una trascendencia especial el llamamiento a la paz definitiva del chef José Andrés -el mejor cocinero de los EE.UU.-, ofreciendo «a cambio» puestos de trabajo a los miembros de ETA.
Las palabras de José Andrés, fueron lanzadas a la gastrored en forma de tweet, a través de la red social Twitter. La frase textual del chef asturiano fue la siguiente: “Si un miembro de ETA busca trabajo, yo se lo daré. Dejen las armas. Y una palabra: Perdón. Lo más difícil quedó atrás». Y como os podéis imaginar, desde su publicación, el nombre de usuario @chefjoseandres ha sido objeto de mención en infinidad de ocasiones, con opiniones dulces, saladas, agrias, amargas y hasta umami. Para todos los gustos.
Es indudable que el terrorismo y el paro son dos de los lastres que han coartado el desarrollo de España en las últimas tres décadas. Con el anuncio del fin de la banda, lo primero dibuja un panorama de esperanza que, al menos desde el jueves, nos ha permitido a todos los demócratas comer más tranquilos y hacer un poquito mejor la digestión. Y en lo que respecta al paro, qué duda cabe que el trabajo de nuestros gastrónomos más reputados que han catapultado a España al estrellato mundial en el ámbito de la cocina, debería servir de ejemplo para el resto.
José Andrés se encuentra entre ese selecto círculo de chefs empresarios que han sabido crear su propio emporio de restaurantes de prestigio partiendo de cero, difundiendo la cultura gastronómica española en el extranjero, y dando lustre, en general, al nombre de España. Personalmente, creo que es legítimo que éste contrate a quien le venga en gana para trabajar en sus cocinas, aunque reconozco que sus palabras me parecieron controvertidas desde que tuve conocimiento de ellas. En todo caso, estoy convencido de la buena intención de sus declaraciones -propias de la gente que se moja, de los que dicen «rico» cuando está rico, y «soso» cuando está soso-, aunque seguramente le habrán valido más detractores que nuevos clientes y amigos en Twitter.