La jornada continua: ¿una necesidad?
La jornada continua en el trabajo es una práctica muy común en Europa, y cada vez más implantada en España, a pesar de chocar con tradiciones culturales de mucho peso en nuestro país como la siesta, la costumbre de comer en familia, etc. En las grandes ciudades, donde los trayectos de casa al trabajo y del trabajo a casa se hacen habitualmente demasiado largos, es donde comer en el trabajo se ha impuesto, más que por placer, por pura necesidad.
Pero incluso en pequeñas y medianas ciudades, debido a la dificultad que supone para algunas familias organizar los horarios de cada uno, echar mano de los comedores escolares -en el caso de los niños- y del tupperware para el trabajo -en el de los adultos-, es una práctica cada vez más habitual. Comer en el trabajo tiene una ventaja obvia: nos permite comprimir al máximo la jornada laboral. Sin embargo, hay quienes asocian comer en la oficina con comer deprisa y mal.
Un modelo de negocio para una nueva tendencia.
Otro de los inconvenientes de comer en el trabajo, al menos para quienes optan por llevarse la comida de casa, es que exige cocinar el día o los días previos, y cocinar implica limpiar, hacer la compra, etc. De esta forma, el tiempo ganado a mediodía se acaba perdiendo por otro lado. Todo esto se solucionaría, en buena medida, si se popularizaran los establecimientos de comida para trabajadores, siempre y cuando éstos, además de ofrecer comida de calidad, tuvieran un precio competitivo. Un precio similar al de una comida hecha en casa.
Comida de la abuela a precio reducido para llevar.
Un ejemplo de modelo de negocio ajustado al sistema de jornada laboral continua, lo hemos encontrado en Oviedo, en diversos establecimientos de la empresa C&C repartidos por toda la ciudad, en los que, según hemos podido saber, se sirve comida de la abuela a unos precios que van desde los 2 hasta los 3,50 € por plato. Comida de la abuela low cost, donde tienen cabida platos típicos de la gastronomía asturiana y española, en general, como los garbanzos con repollo, la fabada, las albóndigas a la jardinera, el lenguado relleno de marisco, etc.; todos ellos servidos en recipientes termosellados. Una vez en la oficina, un microondas y un lugar para comer es lo único que hace falta para sumarse a esta corriente. Los horarios de apertura de los locales, de 11:30 a 15:30 por las mañanas; y de 19:00 a 22:00 por las tardes, están claramente orientados a satisfacer la creciente demanda de los trabajadores de la ciudad de Oviedo «apuntados» a la jornada continua.
Foto: JLastras
Las alubias de la foto tienen una pinta estupenda, pero si es para comer en la oficina, casi mejor un poco de pasta o algo similar. Después de un buen plato de fabada o unos garbanzos, a mi lo que me apetece es, como dijo Cela, una siesta de pijama y orinal.
Estos asturianos están hechos de otra pasta 🙂
Cuando vivía en Madrid, trabajaba en una empresa americana. Tenía horario contínuo. Comía en la oficina. Cocinaba el día de antes y también congelaba para evitar cocinar todos los días. Es cuestión de acostumbrarse y de organizarse. Comer en la oficina no es sinónimo de comer mal. Se puede comer lo mismo que en tu casa. La parte negativa, al menos en mi caso, es que sólo tenía 30min para comer y eso hace que comas más rápido para que te queden unos minutos para relajarte. La parte positiva de la jornada contínua es que te queda más tiempo libre por las tardes. Eso sí, mi hijo comía en el cole, pero a las 5 ya estábamos los dos en casa. Así que, puedo decir, que la jornada contínua no está reñida con la comida low cost de la abuela. Saludos. (Ya no hay ojo otoñal)