Cuando se brinda con cerveza a la salud de los amigos, el gesto en sí tiene un doble enfoque: uno sentimental, relacionado con el deseo mismo de que le vayan bien las cosas a las personas con las que se intercambia el clanclaneo; y otro absolutamente literal, si nos ceñimos a las muchas propiedades beneficiosas reconocidas de la cerveza.
En este sentido, el pasado miércoles 30 de noviembre, con motivo de la cata maridaje de cerveza organizada por la Asociación de Cerveceros de España y por Mikel Iturriaga, tuve el privilegio de experimentar en la Kitchen Club de Madrid el doble disfrute de aprender oliendo, bebiendo y combinando cerveza con diferentes sabores y texturas; y de intercambiar impresiones con personas que además son blogueros, o de blogueros que además resultaron ser personas encantadoras: Mikel Iturriaga, de El Comidista; Íñigo Aguirre, de Umami Madrid’s; Rafa Prades, de Con los cinco sentidos; Rosa Ardá, de Velocidad Cuchara; Carmelo Prieto, de La cocina del aficionado; Pakus de Lazy Blog y Directo al Paladar; Belén, de Cocinar para dos; Gustavo, de Pepa Cooks; Marta, de Deliciosa Miranda y Directo al Paladar; Mar y Javier, de Gastronomía y Cía; Pepe, de Pepe Kitchen; y Lúa, de la Guía Repsol.
Reunirse en un local con personas a las que admiras y degustar tu bebida favorita en clave experimental, sonaba a buen plan desde el momento en que recibí en mi correo la cordial invitación de Mikel Iturriaga. Pero si bien el encuentro acabó resultando impecable desde el punto de vista puramente profesional, notándose desde la primera toma de contacto el mimo con el que los organizadores cuidaron cada detalle; en lo personal, tengo que decir que mis expectativas se vieron ampliamente superadas, al encontrarme con una familia sorprendentemente unida y conectada por mucho más que los tweets, los comentarios en los blogs, las menciones, los enlaces o el resto de guiños virtuales que nos mantienen en contacto a unos blogueros con otros a lo largo del año.
La noche del miércoles 30 de noviembre la iniciamos observando, oliendo y deshojando las flores de lúpulo que se encontraban repartidas por la mesa para la ocasión, la continuamos masticando y saboreando los granos de cebada cruda y tostada, y la alargamos bebiendo, comiendo, escuchando, aprendiendo y gozando de la ocasión, y de la buena compañía.
Los rigores del acto cohibieron el brindis, posponiéndose éste hasta un poco más tarde en un cocktail bar de la zona donde se acabaron alzando los vasos unánimemente en honor al responsable de aquel mágico momento: don Mikel. Por él y por el resto de blogueros que asistieron a #Cervezascon, levanto esta mañana simbólicamente mi taza de cacao de fermentación baja.