A las dudas sobre la elección entre gambas o langostinos, en Navidad se plantean numerosos interrogantes del tipo: ¿Papa Noël o Reyes Magos?, ¿turrón o bombones?, ¿casa o restaurante?, ¿bar de copas o cotillón?, etc.
Podríamos decir que la Navidad, entre otras muchas cosas, es la época de las dudas gastroexistenciales. Hoy vamos a abordar el análisis de las diferencias entre el cava y el champagne, o champán, con el fin de aliviaros del peso de otro de los titubeos clásicos de estas fechas.
Lo cierto es que el champagne y el cava son la misma cosa, aunque con características diferentes. Ambos son el mismo tipo de bebida: vinos espumosos. Y sin embargo, aún hoy son muchos los que piensan que lo uno y lo otro poco o nada tienen que ver entre sí. Es como comparar un vino de Bordeaux con un Rioja. Obviamente, ambos son la misma bebida -vino-, y ambos comparten un mismo método de obtención; sin embargo, entre los vinos de una y otra denominación, existen diferencias relacionadas con el clima, el tipo de uva, etc. Y a éstas habría que añadir, por otro lado, las peculiaridades de cada marca, de cada cosecha, etc.
El cava y el champagne, por tanto, son dos tipos distintos de un mismo tipo de bebida, que basan sus particularidades fundamentalmente en el uso de diferentes tipos de uva para su elaboración. Así, mientras para el cava se utilizan variedades de uva blanca como la Parellada, la Macabeo o la Xarel-lo; para el champagne se emplea tanto la blanca Chardonnay, como las moradas Pinot Noir y Pinot Meunier. Cada uva, además, es hija de un tipo de clima distinto.
En ese sentido, el cava sería resultante del Sol y las lluvias moderadas y estacionales del clima mediterráneo de Cataluña, mientras que el champagne, que debe su nombre a la región en la que se produce -Champagne Ardenne, al noreste de París-, nace de uvas ácidas propias de un clima frío y muy lluvioso.
Precisamente debido a esto último, al uso de un tipo u otro de uva con un menor o mayor grado de acidez, en la elaboración del cava y del champagne se utilizan distintas proporciones de azúcar. En este sentido, hay que decir que, en general, el champagne requiere una cantidad mayor de azúcar para compensar la acidez de sus tipos de uva. La clasificación de los distintos tipos de cava, por su parte, se realiza también en base a la proporción de azúcar:
– Brut Nature. No lleva nada de azúcar.
– Extra Brut. Con hasta 6 gramos de azúcar por litro.
– Brut. 15 gramos de azúcar.
– Extra Seco. Entre 12 y 15 gramos de azúcar.
– Seco. Entre 15 y 35 gramos de azúcar.
– Semi-Dulce o Semi-Seco. Entre 33 y 50 gramos de azúcar.
– Dulce. Más de 50 gramos de azúcar por litro.
Por tanto, la elección entre brindar con un cava catalán o con un champagne francés, ya sea en Navidad o con motivo de cualquier otra celebración, es fundamentalmente una cuestión de gustos en la que también intervienen factores como la imagen publicitaria de uno y otro producto, sentimentalismos patrios, convicciones personales, etc.
Así, hay quienes no sonarían sus copas en Nochebuena, Navidad o Nochevieja más que con champagne francés del caro, por puro glamour, o porque consideran que el sabor de éste es inigualable, y los hay que no beberían otro espumoso que no fuera cava catalán, por defender el consumo de productos patrios, porque es más barato que aquél o porque les gusta más. Pero cava y champán, no lo olvides, son la misma bebida.
Foto: DIVA007
Conozco mucha gente que dice no gustarle el cava o champagne, aunque sí acostumbra a beber vino. Sin entrar en casos particulares, yo estoy empecinado en que se debe a que tenemos esas bebidas encasilladas en el bridis de después: en estos días de fiesta, cenamos con vino y, después del postre, brindamos con una copita de champagne o cava, normalmente con una acidez entre seco y brut y claro, entra a duras penas. Es como si tomáramos una copita de barbadillo acompañando los polvorones.
Yo animaría a abrir el cava, o champagne, durante la cena (acompañando el pescado o marisco) y para el brindis del turrón, reservar una botella de cava (o champagne, maldita coletilla) dulce.
Interesante apreciación y consejo, Esteban. Es cierto que parece una tendencia habitual reservar el champán o cava para el brindis, y no lo disfrutamos combinado con los alimentos más apropiados. Tal vez es una cuestión de imagen del propio producto que deberían tratar de subsanar los propios productores. De hecho, me atrevería a decir que una gran parte de las botellas o de las copas de cava o champagne que se sirven durante estos días, acaban en el fregadero después del brindis. Una pena.
Muy interesante la información. Nosotros apostamos porr el que dicen este año es el mejor cava del mundo. Proponemos tomarlo con nuestros chocolates. Cómo ves el maridaje?.
No se si se debe citar aquí marcas pero lo podeis ver en la sección de tienda de nuestra página.
Son fiables las puntuaciones Peñin y compañía?