El licopeno de los tomates que les proporcina su color rojo podría estar relacionado con el impacto en la Tierra del meteorito que hizo desaparecer los dinosaurios. De esto hace ya nada más y nada menos que 65 millones de años, aunque de la relación entre los dinosaurios y el color rojo del tomate no hemos tenido conocimiento hasta hace escasos días.
El holandés René Klein Lankhors ha dirigido al equipo de científicos que ha sido capaz de «dibujar» el mapa genético completo del tomate -que contiene 35.000 genes-, una información muy valiosa a la hora de estudiar la evolución de esta verdura que ha estado durante estos dos años a disposición de la comunidad científica internacional, y que ahora ha sido publicada en la revista Nature.
Una vez aislado el genoma del tomate, el equipo de René Klein Lankhorst ha llegado a la conclusión de que además de encontrarse entre el selecto 30% de especies que resistieron a los efectos que el choque del meteorito desencadenó sobre el planeta, los antepasados de los actuales tomates fueron capaces de ampliar su genoma hasta triplicar su tamaño, con el fin de adaptarse a las condiciones extremas que se dieron en la Tierra a raíz del citado impacto, para de esta forma sobrevivir y llegar a nuestros días.
Es así como, tras normalizarse las condiciones de vida en nuestro planeta, los tomates aprovecharon «el trabajo» realizado durante miles de años con la modificación de su estructura genética, para evolucionar como especie, y entre otras cosas, adquirir progresivamente su color rojo característico. Faltaban aún un buen puñado de millones de años aún para la aparición de los primeros homínidos, y ya se estaba gestando entonces el sentido de expresiones como «ponerse rojo como un tomate». Curioso, ¿no?
Foto: Kanko