Que una bebida de las consideradas como energéticas o «energizantes» de la marca Monster, haya sido en los días previos a Halloween la presunta causante de la muerte de 5 personas en Estados Unidos, podría ser el argumento de una película de terror. Pero el asunto es serio, al tratarse de muertos reales y al ser igual de real la relación que, en el seno de la investigación, se ha establecido entre los decesos y el consumo de estas bebidas energéticas.
Las bebidas energéticas Monster -las más vendidas en Estados Unidos con diferencia- y el resto de bebidas energéticas del mercado, por tanto, han sido llamadas al banquillo de los acusados en un juicio de alcance mundial que, de momento, se ha saldado con una fuerte caída en bolsa de la mencionada compañía, y con el desconcierto lógico en el seno de los potenciales consumidores de estas bebidas.
Pero, ¿existen motivos para dejar de beber bebidas energéticas?
La familia de una de las víctimas, una niña de 14 años llamada Anais Fournier, ha sido la primera en interponer la denuncia contra Monster, argumentando los motivos de la muerte desvelados por el análisis forense, según el cual Anais murió como consecuencia de un paro cardíaco después de consumir dos latas de una bebida energética de la citada marca. En total, las dos bebidas contenían el equivalente en cafeína a 14 latas de cola convencionales.
La mayoría de los médicos a los que hemos podido escuchar al hilo la noticia, afirman que las bebidas energéticas consumidas por personas sanas y en dosis normales, no pueden ser causantes de problemas cardíacos, ni mucho menos de la muerte. Sin embargo, el hecho de que los fabricantes de estas bebidas no estén obligados en la mayoría de países a indicar en los envases el contenido máximo recomendado en un determinado periodo de tiempo, deja a la mera voluntad de los jóvenes -los principales consumidores de estas bebidas- la decisión de beber en mayor o menor medida.
Si lo pensáis bien, que una bebida con una cantidad tal de cafeína, además de otras cuestionadas sustancias como la taurina o la glucuronolactona, pueda ser causante de complicaciones cardíacas, e incluso la muerte, es una deducción tan lógica como que comerse un puñado de sal, beberse del tirón una botella de orujo, o hacer prácticas de caída libre sin paracaídas desde un quinto piso, puede ser contraproducente para la salud de uno.
La cosa está, en mi opinión, en marcar ciertos límites cuando los productos, comidas o bebidas, se mueven demasiado al límite de lo insano. Y es que, teniendo en cuenta el instintivo e inocente deseo de la mayoría de los adolescentes por probar todo aquello que se vende o se trafica con la etiqueta de «peligroso», unido a la tendencia de mezclarlo todo con alcohol y sustancias de índole diversa, las bebidas energéticas se convierten en brebajes potencialmente peligrosos que, en mi opinión, los hacen merecedores de un mínimo de información.
Me atrevo incluso a pensar que el revuelo generado al hilo de las 5 muertes relacionadas con el consumo de Monster, es publicidad gratuita y positiva para los buscadores y veneradores del riesgo. Y es que creo que, si bien estar informados de lo que se consume es obligación de cada uno, informar es responsabilidad de quienes se consideran responsables de la salud de los ciudadanos. Por eso, así como la sorpresa me invade cada vez que leo en las cajas de detergentes la lapidante frase de «no ingerir», me parecería de lo más lógico indicar en las latas de bebidas energéticas qué cantidad, qué mezcla o qué condiciones no las hacen recomendables para el consumo. Y es que, por sí mismas, las bebidas energéticas no matan; pero la desinformación, sí.
Como post data, no me quedo tranquilo si no dejo clara la diferencia entre las bebidas energéticas o «energizantes», y las bebidas isotónicas, ya que he notado cierta confusión en algunos foros e hilos en las redes sociales. Por si alguien tiene dudas, las energéticas como la Monster y otras marcas sobradamente conocidas, son bebidas que contienen sustancias excitantes o estimulantes del sistema nervioso como la cafeína, mientras que las isotónicas son bebidas reconstituyentes, cuya finalidad es hidratar y suplir la pérdida de sales minerales que se produce con la práctica del deporte. Nada que ver, como veis.