MasterChef Junior España 2013 terminó este lunes, dejando como poso grandes lecciones de dignidad para adultos e interesantes nociones de cocina para niños. De cocina y de nutrición, que no sé qué me gusta más.
Parto de la base de que el éxito asociado al logro de las mayores cotas de audiencia posibles de cualquier contenido televisivo del tiempo presente, vicia, deshumaniza y desvirtúa en la mayoría de las ocasiones la esencia de muchas grandes ideas. De ahí el vacío de fondo que, en mi opinión, supuso la primera temporada de MasterChef para adultos.
La edición Junior, por el contrario, contaba con un ingrediente revolucionario para sorpresa -tal vez- de los propios creadores del formato, capaz de trivializar cualquier interpretación técnica o económica del programa: la inocencia.
Por eso, son 5 las razones que, en mi opinión, han catapultado al éxito al programa MasterChef Junior:
1. EL JUEGO. Jugar es, tal vez, de las cosas más serias que hacemos los seres humanos desde que nacemos, pero tenemos el defecto de olvidarnos de ello cuando crecemos, y acabamos asociando el término al reflejo de nuestro instinto más primario y reduciéndolo a la mínima expresión. Como en otros ámbitos, en la cocina, jugar y gozar con ello es absolutamente vital, pero los de zapatos grandes necesitamos observar a los niños para «desaprender» a ser adultos. Tarea complicada, pero sumamente adictiva.
2. EL COMPAÑERISMO. Otra cosa que nos fascina a quienes hace tiempo nos hemos despojado de nuestra mirada iniciática sobre las cosas de la vida y del querer, es la pureza con la que un niño se relaciona con su entorno y con la que juzga los comportamientos de sus iguales, más allá de sus propios intereses, tal vez porque el premio del concurso de los niños es el de vivir permanentemente en la nube de la pasión concentrada en el juego, quedando la ambición material en un segundo plano. Con esto no quiero decir que los niños que han participado en la primera edición de MasterChef España no quisieran ganar, y que no pusieran toda su voluntad en ello. Al contrario, lo han hecho con toda la fuerza que sus pequeños grandes corazones proporcionan a sus cabezas, cuerpecitos y extremidades, pero el compañero, el amigo, no ha dejado de serlo en ningún momento, ni si quiera en plena faena cuando éstos, siendo rivales, han necesitado una mano, un ingrediente o un consejo.
3. LA BUENA EDUCACIÓN. Los hombres nacemos educados, solidarios, sensibles, respetuosos…; y nos volvemos maleducados a medida que las malas sombras de algunos adultos van contaminando nuestras luces de colores. Por eso los concursantes de MasterChef Junior han felicitado a sus compañeros por sus platos antes de vanagloriarse de los suyos, han sido los primeros en reconocer sus fracasos, o han escuchado a sus superiores agradeciendo el halago y aprendiendo de la crítica.
4. EL CARÁCTER DIDÁCTICO. Más allá de la esencia de los niños que todo lo empapa, MasterChef Junior se ha definido como una herramienta de primer orden para inculcar a los niños no sólo la afición a cocinar, sino también la importancia de comer bien por el bien de la salud del cuerpo y del alma. Un carácter didáctico que, francamente, eché de menos en la edición para adultos de MasterChef, y que echo de menos en la televisión en general como medio de entretenimiento e información.
5. MARIO. Mario, ganador de la primera edición de MasterChef España, concentra en sí mismo -como un buen sofrito casero- todos los valores de los que vengo hablando en este artículo, y es por sí mismo una de las razones del éxito del programa.
Mario es un maestro del juego, todo un hedonista de los fogones, un compañero y amigo con una educación exquisita, y por todo ello, un ser humano excepcional. También es un fenomenal cocinero, pero por encima de todo, Mario es un NIÑO con mayúsculas capaz de emocionar a cualquiera que conserve la más mínima reminiscencia de lo que significa ser niño.
He hablado de dignidad al comienzo de este artículo, y quiero terminar resaltando el valor de los niños como garantes de la dignidad de los hombres, y todo por el mero hecho de saber interpretar la vida de la única manera posible: con respeto a sí mismos y a quienes les rodean. Sirvan de prueba y de lección el vídeo de arriba y el de abajo. Gracias a los niños.