¿Habéis visto el anuncio de Casa Tarradellas 2014? En él se muestra una de esas escenas de familia con las que seguro que todos nos sentimos identificados: la madre llega a casa con la cesta de la compra repleta, y a partir de ese momento, el recién comprado espetec se convierte en objeto de deseo de todos los miembros de la familia, rindiéndose desde la abuela hasta el más pequeño de la casa al noble arte del «picoteo» de la longaniza, que deja de ser longaniza en menos de 24 horas.
Y es que hay bocados que, por no se sabe qué razón, provocan un irresistible deseo de más (y más) que delatan debilidad hacia lo bueno de todos los que nos consideramos humanos de carne y hueso. Y el espetec de Casa Taradellas, «el de casa», es uno de esos pequeños grandes placeres gastronómicos a los que nadie se resiste. Tanto, que es mejor comprarlo de dos en dos.
De ahí el éxito de la campaña de Casa Tarradellas: la capacidad del anuncio para hacernos sentirnos identificados con el padre, con los hijos, con los abuelos; según sea el caso. La más lista, como siempre, es la madre, aunque siempre acaba desvelando su secreto, ya que su pasión -por encima incluso del espetec- es ver disfrutar a los suyos.