La comida para niños debe ser algo más que comida con un envoltorio divertido, pero el reverso de algunos alimentos para niños esconde grandes burradas que, junto con otros muchos factores como el sedentarismo, podrían explicar por sí solos la creciente evolución de los casos de obesidad infantil en España o el aumento de los niveles de colesterol en niños y adolescentes, entre otras cosas.
No voy a citar marcas, porque después de analizar muchos productos de supuesta comida para niños de todos los tipos con los que a posteriori elaboramos nuestras recetas para niños, he llegado a la conclusión de que las malas prácticas en la elaboración de supuestos alimentos para niños «escondidos» bajo atractivos envoltorios, están generalizadas; de hecho, desgraciadamente, a veces lo difícil es dar con alimentos para niños que cumplan con los parámetros del mero sentido común.
¿Qué es la comida para niños?
Lo primero que tendríamos que plantearnos es qué entendemos por comida para niños. Cuando camino por los pasillos del súper de turno, tengo la impresión de que la mayoría de los padres identificamos la comida para niños en función del envoltorio, normalmente muy colorido y en muchos casos adornado con el reclamo de algún personaje de moda, con una pegatina o con algún juguete de plástico de regalo. Esto es puro marketing, y se entiende perfectamente; es más, me parece estupendo.
Pero la comida para niños no es tal por el hecho de presentarse con un envase atractivo. En el diseño de éstos, yo diría que las marcas cumplen al 200% en su objetivo de resultar atractivos para los padres y para los propios niños, lo cual no está de más; sin embargo, en muchas ocasiones parece quedar en un segundo plano la propia calidad del producto y su adecuación a la alimentación infantil, y lo que se debería entender como comida ideal para niños.
La comida para niños no es, por tanto, cualquier cosa envuelta en un plástico con dibujos de los Minions, de Peppa Pig o de la Patrulla Canina. La comida para niños son deberían ser desayunos, meriendas, cenas, chucherías o comidas saludables y equilibradas en todos los aspectos.
Los 3 principales defectos de la comida para niños
Aparte de no citar marcas, quiero dejar claro que sólo voy a hacer referencia a 3 defectos objetivos en la vendida de forma explícita como comida para niños, a pesar de haber detectado muchos más. Y si digo que son defectos objetivos es porque son tan evidentes, que cualquiera puede darse cuenta con un simple ejercicio de análisis del enrevesado etiquetado de los alimentos que se venden específicamente para niños.
Éstos son los defectos de las comidas para niños en los que me interesa poner el foco:
Exceso de azúcar
Del uso desproporcionado del azúcar utilizado por la industria alimentaria no sólo en la comida para niños, sino en la mayoría de los productos comestibles que pueblan las estanterías de los supermercados del mundo civilizado, se han vertido ríos de tinta y mares de celuloide. Si realmente os interesa el tema, os recomiendo encarecidamente que veáis este documental:
Yo ya hablé del «azúcar que nos bebemos» en un artículo muy ilustrativo en el que coloqué al lado de cada lata de refrescos, la cantidad de terrones de azúcar que éstas contenían dentro. También os puede interesar:
Ciñéndome exclusivamente a la comida para niños, la realidad es que el azúcar parece usarse de forma indiscriminada con el objetivo de endulzar hasta el extremo, no porque eso dé como resultado un producto más rico, sino porque de esta forma, la industria alimentaria empieza a hacer de nuestros hijos pequeños adictos al azúcar, blindando así los grandes países productores el consumo de azúcar de los adultos del futuro.
No necesitas un gráfico tan explícito como el de los 9 terrones de azúcar colocados delante de una lata de refresco. Si quieres comprobar hasta qué punto es excesiva la cantidad de azúcar de los cereales, galletas, dulces y chocolatinas para niños, sólo tienes que echarle un vistazo al reverso de cada producto.
Así, por ejemplo, si en el bote de una crema de cacao lees que el contenido de azúcar es de 52 gr. por cada 100 gr. de producto, piensa que más de la mitad del bote que estás comprando es simplemente azúcar, y que, por tanto, en cada ración que le das a tu hijo, más de la mitad es azúcar.
Ni que decir tiene que el excesivo consumo de azúcar es la principal causa de obesidad infantil en el mundo, y una de las principales razones del aumento de caries en niños desde edades muy tempranas, dos verdades insultantes sobre todo si tenemos en cuenta que existen sustitutos del azúcar como la stevia totalmente naturales y que aportan 0% de azúcares y 0% calorías.
Exceso de sal
Con la sal ocurre algo similar a lo que sucede con el azúcar, aunque con consecuencias muy distintas. Lo que está claro es que añadir sal en exceso a los alimentos infantiles, parece ser el infalible recurso de éxito de muchos fabricantes, o eso deben pensar.
Por ceñirme a mi propia experiencia personal, os diré que a día de hoy, sólo tengo identificada una marca de salchichas para niños tipo «frankfurt» con un porcentaje de sal normal (lo que frecuentemente suelen vendernos como «bajo en sal»). Tan normal, que si se las doy para cenar, no haga que mi hija se despierte dos o tres veces por la noche para beber. Pero a la lista de las salchichas habría que añadir otras muchas comidas para niños con exceso de sal: gusanitos, fiambres, quesitos en porciones, etc.
Creo de verdad que detrás del uso excesivo de sal en la comida para niños (y de otros potenciadores de sabor como el glutamato monosódico), no hay otra razón que la teoría generalizada de que las cosas saladas están más ricas, una verdad a medias que no tiene en cuenta ni el término medio de las cosas, ni el hecho de que tanto los niños como los adultos tenemos la misma capacidad para acostumbrarnos a comer alimentos objetivamente salados, como para comer alimentos «bajos en sal».
Grasas trans
La guerra contra las grasas trans lleva años librándose entre las asociaciones de consumidores mejor o peor representadas por las autoridades sanitarias, y la propia industria alimentaria, y seguramente por no tratarse de una materia prima como tal y por existir sustitutos que representan el mismo coste para los fabricantes, la disputa parece estar del lado de los consumidores. Yo mismo he portado la bandera de esa proclama siempre que he tenido ocasión:
Hace 10 años, sin ir más lejos, la práctica totalidad de las galletas para niños llevaban grasas trans, un problema injustificado que, en mucha menor medida, sigue estando presente con el agravante de la dificultad para identificarlas leyendo la información del etiquetado, al estar escondidas bajo eufemismos del tipo «grasas vegetales» o «aceites vegetales».
Aunque el futuro parece halagüeño en lo que al uso de grasas trans en la comida para niños se refiere, conviene no bajar la guardia y, ante la duda, optar siempre por productos que indican claramente la ausencia de grasas trans en sus envases; especialmente cuando se trate de cremas de cacao, bollería, meriendas, salsas, margarinas, etc.
Como conclusión, yo diría que la solución a todo este tipo de incoherencias está en la información y en no acostumbrar a los niños a consumir productos procesados. Está claro que no todas las comidas para niños que te venden son adecuadas para la alimentación de tus hijos (ni mucho menos en cualquier medida), y en todo caso, de ti depende definir el menú para niños de tus hijos con todo lo que tienes a tu alcance.
Foto: Visit Florida
Tú lo has dicho. Si los padres estuvieran o estuviésemos mejor informados, no compraríamos más de dos cosas y nuestros hijos comerían mucho más sano.
La clave está en la información y en educar el paladar y «la vista» de nuestros hijos para que sepan apreciar la comida de calidad y/o casera. La vista es porque ellos ven más bonito lo industrial.. Ya sabes.
A veces compramos cosas que tardaríamos 20 minutos o media hora en hacer. El tomate frito es un ejemplo.
Añado que hay marcas especializadas en comida precocinada cuya calidad es muy buena y que para casos puntuales te sacan muy bien del apuro, pero siempre preferiré lo casero.
P.D.: no compro salchichas. Si compro alguna vez, son de las que hace el carnicero del mercado.
Lo de ver más bonito lo industrial es como el efecto lentejas: pasas de denostarlas a adorarlas a partir de una edad, la misma a la que empiezan a gustarte las cosas caseras muy por encima de las industriales, los tomates feuchos más que los abrillantados y clónicos tomates de laboratorio, etc. Peor en todo esto, es fundamental lo que hayas visto en casa, de ahí el importantísimo papel de los padres, que tenemos que saber darles a nuestros hijos la mejor comida para niños, ya sea industrial o casera. Gracias por tu (como siempre) certero comentario. Un abrazo, Graci.
Interesante