Contrariamente a lo que el sentido común parece dictar, y que la mayoría de dietas aconseja, pensar en comida no hace que comamos más, sino todo lo contrario. O, al menos, eso es lo que parece indicar un reciente estudio realizado por un grupo de investigadores de la Universidad Carnegie Mellon (CMU (Estados Unidos)), publicado tanto en la propia página web de la CMU como, recientemente, en la revista científica Science.
Concretamente, durante el estudio se pretendía comprobar si era cierto la teoría de que si pensamos en comidas apetitosas, nos apetecerán más y por lo tanto comeremos más cuando tengamos la ocasión. Pero los resultados de esta investigación parecen indicar que esa convicción es errónea: reprimir pensamientos asociados a la comida conlleva a desearla más, y por el contrario, si se pone en escena (imaginación y pensamiento) una comida apetitosa con todo lujo de detalles, el apetito se reduce.
Y para demostrarlo pusieron en marcha un sencillo experimento: después de formar 2 grupos compuestos por estudiantes, todos debían imaginar una acción concreta. El primer grupo imaginaría que insertaba 30 monedas en una máquina y disfrutaba del sabor de 3 M&M’s; el segundo grupo, en cambio, debía imaginar que sólo metía 3 monedas en la máquina y, mientras, disfrutaba del sabor de 30 M&M’s. En ambos casos, los voluntarios debían realizar 33 movimientos repetitivos, introduciendo las monedas en la máquina o llevándose los dulces uno a uno a la boca. Una vez finalizada esta parte de la prueba, a todos los voluntarios se les dio un bol lleno de M&M’s. ¿El resultado? Aquellas personas que imaginaron que se comían 30 M&M’s, en la realidad comieron menos que el otro que el grupo, que consumió casi el doble de dulces. Parece que se pretende demostrar que la imaginación puede ser capaz de sustituir al deseo y la experiencia real en cierto grado.
¿Estamos ante una nueva forma de hacer dieta? ¿Puede la imaginación influir en el apetito? ¿Pensar en comida de verdad hará que comamos menos? Son muchas las preguntas que este estudio hace que nos planteeemos, pero sin duda cambiará la forma de plantear dietas de adelgazamiento y consejos nutricionales. Y sobre todo, nadie podrá decirnos que nos nos imaginemos nuestros platos favoritos si queremos adelgazar, ¡incluso puede ayudar!
Recuerdo hace unos cuantos años, en el campamento de verano, que por algún motivo se retrasó la comida y el monitor que ese día se sentaba a nuestra mesa (para que nos estuviéramos quietos y sentados), se le ocurrió decirnos que imagináramos que comíamos nuestra comida favorita (yo evidentemente elegí tarta de chocolate).
Estuvimos como 15 minutos saboreando con la imaginación lo que más nos gustaba en el mundo y, curiosamente, cuando nos pusieron la comida casi ninguno de los de la mesa teníamos ya ganas de comer, incluso el monitor decía que se había llenado la panza de aire e imaginación…. No es muy científico, pero me he acordado de esa anécdota cuando he visto este post, y de ella puedo decir que tal vez este estudio tenga algo de verdad.