La fecha de caducidad de los alimentos y la de consumo preferente, no indican lo mismo, aunque está demostrado que la mayoría de los consumidores así lo creen. Vamos a partir de la definición de uno y otro concepto, para dejar las cosas claras antes de analizar el hecho en sí, sus posibles causas, y sus importantes consecuencias:
· La fecha de caducidad de un alimento indica el plazo límite en el que un producto deja de ser apto para el consumo, por razones de seguridad.
· La fecha de consumo preferente, por su parte, es un referente aproximado del plazo en el que un alimento, sin ser manipulado y conservándose en un lugar adecuado, mantiene intactas sus propiedades, su sabor, su aroma, su textura, etc.; sin conllevar peligros para la salud su consumo a partir de la fecha indicada.
No sé si será por falta de comprensión, o por miedo a consumir alimentos en mal estado, pero lo cierto es que la gente tiende a considerar de la misma forma la fecha de caducidad y la de consumo preferente de los alimentos, lo que provoca que, anualmente, cada español acabe desperdiciando de media unos 65 kilos de comida. Comida que, en el caso de los alimentos marcados con una fecha de consumo preferente, sería perfectamente consumible la mayoría de las veces.
Sólo los alimentos perecederos (la carne, el pescado, los productos envasados al vacío, la leche, los yogures, etc.), deben estar marcados con una fecha de caducidad; sin embargo, la mayoría de los productos envasados que adquirimos en los supermercados suelen indicar fechas de consumo preferente.
Un factor muy importante a la hora de conservar los alimentos en perfecto estado, es seguir los consejos expresados por los fabricantes en la etiqueta de cada producto, ya que un almacenamiento inadecuado en lugares con condiciones ambientales diferentes a las recomendadas en cada caso, puede acelerar el deterioro de los alimentos, echándose a perder incluso antes de la fecha de caducidad indicada, o mermando ostensiblemente su calidad antes de la fecha de consumo preferente anotada.
Con respecto a la confusión manifiesta y generalizada en torno al tema de los etiquetados de fecha de caducidad y de consumo preferente, parece necesario incidir de forma expresa en la diferenciación de uno y otro concepto, si se quiere evitar la disminución del desperdicio innecesario de alimentos; una labor que recae directamente en las instituciones sanitarias y de consumo.
Otra cuestión que requeriría de un análisis más profundo, sería el fenómeno que de forma creciente, y sobre todo en el tiempo de crisis que nos está tocando vivir, se produce cada noche en las puertas traseras de muchos supermercados, donde decenas de personas se amontonan con el fin de hacerse con los productos que, por haber superado la fecha de consumo preferente, son despreciados por los consumidores.
Lo que queda claro es que, como en el caso de los códigos de los huevos, son los consumidores quienes, por nuestro bien, tenemos el deber de conocer el significado de las indicaciones de caducidad y de consumo preferente, aunque no estaría de más un poquito más de claridad y de precisión en las indicaciones.
Foto: Arkangel