La gastronomía es el alma de los pueblos, una expresión indomable de la cultura de cada lugar que suele desdibujar las fronteras establecidas por los hombres. Y mi tierra, Extremadura, es testimonio vivo en su flanco oeste recorrido de norte a sur, del intercambio generoso de aromas de calderos bullentes a uno y otro lado de la Raya hispanolusa.
La cocina del Tajo Internacional, un área declarada Parque Natural que comprende una pequeña porción de las tierras del Oeste de la provincia de Cáceres que arropan al río Tajo y a algunos de sus principales ramales secundarios, como son los ríos Salor y Sever, es un caso muy particular en el contexto de la gastronomía rayana y transfronteriza, en el que el monumental Puente de Alcántara ejerce de emblema solemne, de testigo del flujo de la historia y de garante de la hermandad cultural de dos pueblos que se necesitan y se quieren. España y Portugal. Portugal y España.
La Raya, en su serpenteante trayecto por los cauces del Tajo en Extremadura, es el ámbito de expresión de un mestizaje gastronómico materializado en multitud de productos, recetas y dulces típicos, cuyos nombres resuenan en ambos márgenes de esta línea fronteriza natural, y cuyos sabores y aromas están presentes también en el tuétano de mis huesos: zorongollo (ensalada de pimientos rojos asados y cebolla con un generoso aliño), sopa de tomate (una de las mejores formas que conozco de mezclar pimientos rojos y verdes con tomate, cebolla, aceite de oliva y pimentón de La Vera, entre otras cosas), migas extremeñas (migas de pan reducidas en agua con ajo, pimientos choriceros, panceta, jamón, chorizo, pimentón, etc.), truchas escabechadas (truchas fritas maceradas en un aromático escabeche), bacalao al estilo de Alcántara (un plato de bacalao de clara influencia portuguesa que se sirve acompañado con espinacas, patatas y huevos duros), frite de cordero (uno de los emblemas de la gastronomía extremeña), chanfaina (suculento guiso de menudillos de cordero con pimiento seco, vino blanco, perejil, pimentón, etc.), revuelto de criadillas de tierra (un sencillo sofrito con huevos semi cuajados a base de cebolla y criadillas de tierra, un hongo que crece entre las jaras muy típico en la zona), gallina en pepitoria (un guiso de pollo de los «de la abuela» aromatizado con vino blanco y laurel, y casi siempre acompañado de almendras picadas), bacalao dorado (el plato de bacalao con patatas y huevo más popular en estas latitudes de la Raya), perrunillas (un dulce clásico hecho con manteca, harina, huevos, azúcar, anís y canela, con cientos de interpretaciones), serradura (una crema dulce y melosa con base de galleta, muy sencilla y muy popular al mismo tiempo), coquillos (pasta frita y aromatizada con clavo, anís y canela, cubierta de miel de la zona), etc.
Estos y otros muchos platos típicos de esta tierra de todos con pisadas de ida y vuelta, están contenidos en el recetario «Tajo Internacional Destino Gastronómico» editado por la Dirección General de Turismo del Gobierno de Extremadura, que se puede descargar y compartir libremente, y que recomiendo a cualquiera que sienta la más mínima emoción por la cocina, por la gastronomía, por Extremadura o por la idiosincrasia de la cultura rayana.
Pero como os decía al comienzo, no se puede hablar de la gastronomía fronteriza de las tierras del Tajo Internacional sin fijar la retina al menos un instante en el Puente de Alcántara. Si la piel se me eriza al citar algunas de las enseñas gastronómicas de esta región, la contemplación del Puente de Alcántara me sacude las entrañas al devolverme la impresionante visión de mi primera visita a este ciclópeo monumento siendo un niño.
Con los años he sabido que, más allá de su imponente arquitectura, el Puente de Alcántara es una obra maestra de la ingeniería romana única en el mundo por su apariencia incorruptible y por su vigencia como nexo inmaterial de distintas formas de vivir, de trabajar, de hablar, y como os he dicho ya antes, también de cocinar. Una obra firme, útil y bella, conforme a los preceptos definidos por Vitruvio en su De Architectura.
Por todo ello, me sobran razones para votar y para pediros el voto* para el Puente de Alcántara como Mejor Rincón 2014, una vez alcanzada la final del concurso convocado por la Guía Repsol; todo un reconocimiento que, de lograrlo, contribuiría a la defensa de su candidatura para la declaración como monumento Patrimonio de la Humanidad.
Os aseguro que encontrarse con esta imponente obra de arte después de una sucesión de curvas, pisarlo y cruzarlo de un lado a otro, provoca tanta emoción, que podría decirse que el Puente de Alcántara es patrimonio de todos los que lo han visto alguna vez, de la misma forma que la gastronomía rayana del Tajo Internacional es patrimonio de quienes la han gustado. Os estamos esperando con los brazos abiertos.
*Para votar por el puente de Alcántara como Mejor Rincón 2014, os podéis registrar de manera sencilla aquí o en la foto y seguir las instrucciones.
Gran post al borde de la poesía! Enhorabuena Ricardo Ojalvo!
http://www.divusgourmet.es
Muchas gracias. La poesía en este caso la ponen las piedras del Puente y los aromas del camino. Un saludo.
Muy buen artículo, sin duda precioso, emotivo y escrito desde el corazón… Enhorabuena Ricardo, te has superado.
Como siempre perfecto
Muchas gracias, Nevo. Colorado me has puesto. Tú, como siempre, ahí detrás, fiel a las publicaciones de esta humilde bitácora (especialmente, a las publicaciones con acento «mangurrino») 😉 Un abrazo.
Uno de los rincones mas especiales de Extremadura frontera natural entre los dos paises hermanos. Puente testigo de la historia. Una gastronomia con fuertes cimientos como los del puente, sobre los que se sustente la cocina nacional.
Un saludo.