No sé si alguien habría intentado antes hacer vino con naranjas, pero Tarongino es el primer vino que se conoce elaborado con naranjas en vez de uvas, una gesta doble debido, por un lado, a la dificultad que conlleva conseguir un vino empleando zumo de naranjas en vez de mosto de uva, y por otro, al valor que tiene innovar en el sector con un producto de estas características a estas alturas de la película.
Cuenta Guillermo Antelo, uno de los padres del vino de naranja Tarongino, que la idea de elaborar vino con naranjas surgió de la casualidad, como casi todas las grandes creaciones, a partir de la puesta en común de los conocimientos de una familia dedicada desde hace muchos años al cultivo de naranjas que cuentan con la certificación de «naranjas ecológicas» (Naranjas Ché), y la valentía de un joven enólogo amigo de ésta.
¿Se puede hacer vino con naranjas?
Podemos decir sin tapujos que Tarongino es un vino porque se obtiene empleando el mismo proceso de elaboración del vino de uva, aunque supuso mucho esfuerzo y el descubrimiento de algún secretillo (que forma parte de la magia de esta bebida) llegar a hacer un vino de calidad digno de ser llamado vino, contando con naranjas como materia prima.
La principal dificultad que se planteó a la hora de hacer vino de naranja, tiene que ver con la concentración de azúcar del zumo de naranja, bastante menor que la del mosto de uva. Esto conlleva problemas en el proceso de fermentación que, en todo caso, dan como resultado un vino de baja gradación, de entorno a los 7ºC.
Además, para conseguir domar los matices del vino de naranja, según explicó Guillermo Antelo en «Las tardes del Ciudadano García», hubo que ajustar una serie de «parámetros de cultivo» de las diferentes variedades de naranjas utilizadas. Así, después de muchos ensayos, pudieron dar con el «equilibrio de ácidos y amargos» idóneo.
Características del vino de naranja Tarongino
Igual que el día que conocí al amor de mi vida, supe que quería dejar caer por mis labios una copa de Tarongino desde el momento mismo en que tuve conocimiento de su existencia. Curioso que es uno, pues sabéis que me gusta el vino tanto como el resto de las comidas y bebidas que me gustan, e intento no volverme demasiado loco con el análisis de mis percepciones sensoriales cuando bebo vino, entre otras cosas, por falta de conocimiento.
Lo primero que me llamó la atención fue saber que la marca Tarongino había conseguido elaborar vino de naranja de cuatro variedades de naranjas: naranjas de mesa ecológicas, clementinas, sanguinas y pomelo. Todos ellos, con características propias de un vino blanco o rosado dulce que se debe tomar frío.
Sin entrar en los matices de cada una de ellas, el vino de naranja es, como esperaba, un vino muy agradable y divertido de beber con un marcado carácter afrutado que me recordó vagamente a la sidra asturiana, y que considero perfecto para aperitivos, sobremesas, etc.
Al igual que la sidra asturiana, la baja gradación del vino de naranja potencia su carácter refrescante y su capacidad de saciar la sed, una cualidad que valoro especialmente para esos días de calor en los que no me apetece un refresco o una cerveza, pero tampoco quiero dejar mi paladar como un trozo de corcho seco con una copa de vino tinto.
El color, el evidente exotismo y los muchos matices diferentes que aporta al Tarongino cada variedad de naranja, le dan a este vino un toque «chic» que me encanta. Tanto, que después de haber dado buena cuenta de mis cuatro botellas, el alicatado de mi cocina se ha quedado huérfano y está pidiendo como agua de mayo una nueva colección de vino de naranja para adornar y despertar la curiosidad de mis invitados.
Pero por encima de todo, valoro sobremanera que hoy en día haya quienes sean capaces de innovar irrumpiendo en el sector vinícola con un producto 100% original y diferente a todo lo que existe. No sé qué dirán los expertos en la materia, ni en qué lugar acabarán poniendo los consumidores al vino de naranja, pero lo mismo que dije en el caso de la cerveza de bellota, lo dijo ahora: chapó por los creadores de Tarongino, y larga vida.
Querido Ricardo, ¿que decirte? desde el equipo que hacemos posible esta genialidad nos ha encantado leerte, pero más aún facilitarte el probar Tarongino. Cuando unas personas sacan a la luz un producto nuevo, lo verdaderamente importante es saber darle la continuidad que se merece y personas como tu nos dan el empujoncito necesario para ello con posts tan maravillosos con el que nos dan ganas ya no de sacar una variedad más, ¡sino de sacar cientos! 😉
Gracias
Andrea S.
Tarongino
Creo en este vino desde que tuve conocimiento de él, aunque mis sospechas no fueron una firme convicción hasta que pude probarlo. Además, sin conoceros en persona, me habéis transmitido la ilusión y el esfuerzo que dedicáis al cultivo de vuestras naranjas y a la elaboración de esta genialidad, convirtiéndome así sin quererlo en cómplice del porvenir de Tarongino. Ojalá pronto os conozca todo el mundo.
Un abrazo, Andrea.