Las grasas trans o grasas parcialmente hidrogenadas están presentes en muchos alimentos procesados, a pesar de ser muy perjudiciales para la salud, y a pesar de ser fácilmente sustituibles por otras grasas. Es uno de los grandes sinsentidos de la industria alimentaria.
Que son perjudiciales no lo digo yo, lo han manifestado de forma reiterada desde multitud de organismos científicos y médicos en todo el mundo que han relacionado las grasas trans con enfermedades coronarias, cáncer, infertilidad, alzheimer, etc. En España, sin ir más lejos, el director general del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares, Valentín Fuster, considera las grasas trans como «nefastas para las arterias, el corazón y el resto del organismo» y piensa que «su erradicación puede ser una de las medidas más eficaces para combatir la mayoría de enfermedades no transmisibles». Ahí es nada.
Teniendo esto en cuenta, ¿te comerías o darías de comer algo a tus hijos sabiendo que contiene grasas trans? Estoy seguro de que la mayoría no lo haríais. No, al menos, de forma reiterada, pero lo cierto es que la mayoría de nosotros hacemos la compra de forma repetitiva; es decir, adquirimos casi siempre los mismos productos, y muchos de ellos contienen grasas trans sin que lo sepamos, ya que en la actualidad no existe un control eficiente que obligue a las marcas a indicar de forma clara y visible en los envases la presencia de grasas hidrogenadas, a pesar de la existencia de una normativa al respecto.
El debate está servido, pero como el asunto tiene miga, es necesario ir por partes.
Qué son las grasas trans
Como ya expliqué en el artículo sobre «Grasas buenas y grasas malas», las grasas trans o grasas parcialmente hidrogenadas son grasas vegetales que han sido sometidas a un proceso de hidrogenación parcial con el fin de transformarlas de líquidas a sólidas. En dicho proceso, las grasas insaturadas de aceites vegetales saludables son sometidas a una insuflación de gas hidrógeno durante un corto periodo de tiempo, convirtiéndose así en un producto semisólido más manejable para según que elaboraciones, y más resistente.
Las grasas trans son, por tanto, grasas parcialmente hidrogenadas, que están consideradas como nocivas para la salud por tener la capacidad de aumentar el colesterol malo y disminuir el colesterol bueno.
Curiosamente, las grasas totalmente hidrogenadas (expuestas a un chorro de hidrógeno durante un tiempo prolongado hasta adquirir una consistencia parecida a la de la cera de abeja) no son perjudiciales para la salud, y podrían ser utilizadas como alternativa a las grasas trans al obtenerse una consistencia idéntica al mezclarlas con aceites no procesados.
Qué alimentos contienen grasas trans
El ejemplo más visual de grasas trans es el de la margarina, ya que se trata de aceites vegetales solidificados parcialmente que se venden tal cual. Es un caso especialmente contradictorio, al haberse vendido tradicionalmente las margarinas como un alimento saludable alternativo a la mantequilla. Por eso, siempre me han erizado los pelos de la espalda las insinuaciones que durante mucho tiempo se han hecho en los envases de algunas margarinas a la idoneidad de este alimento para el consumo de niños, de personas con colesterol alto, etc.
Afortunadamente, en la actualidad, la mayoría de las margarinas del mercado no recurren a la hidrogenación parcial de sus aceites, y no contienen, por tanto, grasas trans.
Las grasas trans también están presentes en otros muchos alimentos procesados como algunas salsas, masas precocinadas, pizzas, bollería industrial, sucedáneos de patatas congeladas para freír, rebozados, galletas, helados, o snacks como patatas fritas, triángulos de maíz, gusanitos, etc.
¿Cómo identificar los productos con grasas trans?
Llevo años explicando a gente de mi entorno qué son las grasas trans, y me sorprende el desconocimiento que existe en torno a este tema. Me da la sensación de que la mayoría de la gente creemos queremos creer que todo lo que se vende en los supermercados, si está ahí, no puede ser muy perjudicial para la salud, ya que de lo contrario alguien habría hecho algo para impedir su comercialización.
Pero creo que la falta de información no es sólo culpa de la gente. Con éste y otros muchos temas relacionados con la alimentación, es evidente el escaso o nulo interés por informar de quienes tienen la obligación de hacerlo, y el caso de las grasas trans es especialmente flagrante.
En la actualidad, aunque están obligadas a hacerlo, la realidad es que muchas marcas recurren a denominaciones ambiguas para solapar la presencia de grasas trans en sus productos. Así, en vez de hacer referencia claramente a ellas como «grasas parcialmente hidrogenadas o grasas trans», las grasas trans son disfrazadas con expresiones más benévolas a ojos del consumidor como «grasas vegetales», «aceites vegetales», etc.
¿Cómo podemos evitar las grasas trans?
A la espera de que las autoridades pasen de las tibias recomendaciones a los fabricantes de no usar grasas trans, a la erradicación de las mismas, o al menos a la obligatoriedad de indicar su presencia de manera inequívoca en los productos que las lleven, de la misma forma que se advierte en las cajetillas de tabaco del riesgo de fumar, a los consumidores no nos queda otra que leer los ingredientes de los alimentos procesados que compramos y descartar aquellos que, siendo sospechosos de contener grasas parcialmente hidrogenadas, no hagan alusión a ello de forma clara.
Considero como una esperanzadora señal de que el debate de las grasas trans poco a poco va calando en la conciencia colectiva de los consumidores, el hecho de haberme encontrado últimamente con varios productos con indicaciones del tipo «sin grasas trans», o que algunas cadenas de supermercados como Lidl o Eroski hayan eliminado las grasas trans de todos los productos de su marca, pero no me parece ni mucho menos suficiente.
En todo caso, la mejor recomendación para evitar las grasas trans es comer productos frescos, dulces caseros y elaborar nuestras propias comidas caseras, descartando los procesados en la medida de lo posible. Por recetas ricas y variadas que no sea.
Si necesitáis más argumentos, nuestra nutricionista de cabecera pone el dedo en la yaga en este artículo sobre los 5 riesgos de consumir grasas trans.
Fuente: Marisol Guisasola, «Guerra declarada a las grasas trans». Revista «El Semanal» de 5 de enero de 2014.
Opino que es muy útil y necesaria esta información acerca de las grasas trans. Todo el mundo debe enterarse de esto.
Gracias, Manuel. Un saludo.
Gracias por el interesantísimo artículo. Para mí es muy preocupante saber que estamos comprando productos que nos están matando. Menos mal que siempre que voy al super reviso de cabo a rabo lo que compro, y, ¿ los que no se enteran?. Gracias al cuidado minucioso que realizó al comprar, estoy venciendo mi tensión y colesterol, y por lo tanto estoy muy feliz de consumir frutas,verduras y vegetales y hacerlo todo casero. Si la población mundial se enterara de todo el veneno que nos están vendiendo. Cuánto nos ahorrariamos en salud y dinero
¡Cuánta razón tienes! Suerte, amiga, y gracias por dejar tu comentario 😉