La crisis nuclear que está viviendo Japón con motivo del terremoto y posterior tsunami que azotó la costa este de la isla el 11 de marzo de 2011, ha motivado una alerta alimenticia ante la posibilidad de que algunos productos agrícolas se estén viendo afectados por las emisiones radiactivas. Ante tal amenaza, los alimentos importados por Europa provenientes de Japón, están viéndose sometidos durante estos días a controles exhaustivos con el fin de garantizar el buen estado de los mismos, y evitar posibles casos de contaminación alimentaria.
En este sentido, por desgracia, parece ser que las autoridades sanitarias han hallado restos de radiactividad en espinacas importadas de Ibaraki, y en partidas de leche procedente de Fukushima. No obstante, al parecer, los niveles de partículas radiactivas detectados en los alimentos originarios de Japón son ínfimos, de forma que su consumo durante un año tendría un efecto sobre el organismo similar al que produce someterse a una radiografía.
De momento, por tanto, no parece que debamos alarmarnos demasiado, si bien conviene mantenerse alerta ante la evolución misma de los acontecimientos en Japón, y ante la emisión de nuevos informes.