Si le llegan a decir a mi abuelo hace 30 años, que un día en los restaurantes de este país iban a poner a la «humilde patatera» como una exquisitez más, se hubiera reído de quien fuera. Y es que esto no es la primera vez que pasa. Antes de la patatera extremeña, esto mismo ha pasado con alimentos como el secreto del cerdo y las mismísimas langostas, que eran alimentos que se comían las personas con menos recursos y que hoy son todo un producto delicatessen, un manjar no apto para todos los bolsillos.
La patatera es ideal para aprovechar la grasa del cerdo, esa grasa que de otra forma terminaría en la basura (cosa que nuestros abuelos y bisabuelos nunca se hubieran planteado). Se pica muy picadita y se mezcla con patata picada, un buen poco de pimentón dulce o picante (ideal el pimentón de la Vera) y sal. Esa mezcla se introduce en la tripa del cerdo (o ternera) y se deja secar. De ese secado sale una «especie de chorizo» (con todo mi respeto al chorizo) un poco más consistente que la sobrasada y que, dependiendo del tiempo de secado y de la cantidad de patata, puede comerse untado o mordido (como el chorizo o la morcilla).
Para mí, la patatera es un manjar delicioso simplemente untada sobre una buena rebanada de hogaza extremeña, pero se puede acompañar con miel, tapa que he tenido el placer de comer en el «Restaurante Madruelo«, en Cáceres, donde la ponen calentita y con un chorrito de miel por encima.
También he tenido la satisfacción de ver cómo mi amigo Rafa Prades (colaborador de Cocina.es con su blog Con los cinco sentidos), utilizaba la patatera en el programa televisión «En su punto» de Canal Extremadura, en donde junto a Antonio Granero, preparaba unos deliciosos chupachups crujientes de patatera (autor de la foto de los chupachús, Rafa Prades)
El último entrante con patatera que tuve el placer de comer fue en el Restaurante “Casa Claudio”, en el Casar de Cáceres. Este aperitivo con el que se nos agasajó es el que me ha llevado a escribir este artículo, dada la originalidad y el increíble sabor del mismo.
El aperitivo en cuestión consistía en un crujiente de patatera acompañado con mermelada de tomate. El crujiente era una especie de barquillo frito relleno de patatera… Delicioso el crujiente y más deliciosa la mezcla de éste con el dulce de la mermelada de tomate. Sé que no podéis saborearlo, pero creo que la foto lo dice todo.
Antes de mudarme a Cáceres solo conocía la patatera de oidas, ahora soy fan 🙂
Aunque creo que me gusta más la curada en rodajitas.
A mi me gusta la que es un poco picante, pero la blandita… es lo bueno de la patatera, que las hay para todos los gustos. Incluso en algunos pueblos las hacen con calabaza en lugar de patata (ahora, en ese caso digo yo que se llamará calabatera, ¿no?, tendré que investigar)
El Domingo estuve comiendo con mi familia en el restaurante Eustaquio Blanco, y uno de los aperitivos con el que nos agasajaron, era un delicioso paté de… a que lo adivináis… PATATERA, sí señor. Qué rico estaba!!!!
Yo he tenido la suerte de desgustar con sofía todos esos manjares, y deliciosos!!! no sólo está buena untada en pan cuando está fresca, sino que además nuestros cocineros están consiguiendo platos muy interesantes y buenísimos!!!
Pero mucho… porque el paté del Eustaquio, estaba para chuparse los dedos ¿verdad?
Con la patatera me has llegado al corazón, de pequeña no podía con ella…pero ahora es todo un manjar, fresca y a la lumbre o curadita con pan de pueblo y tomate…será que me tira la tierra!!
¿De dónde eres Nora, si no es mucho meterme en lo que no me llaman???
Si no sabes qué es la patatera, ya estás tardando en comprarla y probarla, porque es el embutido mejor y más desconocido de España. Una maravilla. Además, no hace falta ir a Cáceres para comprarla (aunque nunca desmerece la visita), sino que podemos comprarla también online en muchas tiendas especializadas.
Gracias por el post!