La agricultura ecológica está en auge. Todos hemos oído hablar alguna vez de ella en algún medio, hemos visto secciones de productos derivados de ésta en los supermercados, o hemos pasado frente a alguna tienda especializada en algún sitio (es más fácil encontrarlas en el extranjero, principalmente en países del centro y del norte de Europa, que en España). Sin embargo, no todos tenemos claro qué es la agricultura ecológica. Sabemos que los precios de sus productos son, generalmente, más caros que los derivados de la agricultura convencional, lo cual le resta competitividad en el mercado. Pero ¿a qué se debe esa diferencia de precio?, y lo que es más importante: ¿merece la pena pagar más por los alimentos etiquetados como «procedentes de la agricultura ecológica»?
Por agricultura ecológica se entiende el proceso de obtención de productos agrícolas a partir de técnicas respetuosas con el medio ambiente. Esto implica, entre otras muchas cosas: empleo de sistemas tradicionales, rechazo a la sobre-explotación de los suelos (apostando por la rotación de cultivo), utilización óptima de los recursos (regadío, abonos, etc.), cultivo exclusivo de productos de temporada, rechazo del empleo masivo de pesticidas, herbicidas y fertilizantes sintéticos, etc. Con ello se pretende apostar por un modelo productivo sostenible, en absoluta sintonía con los dictámenes de la propia naturaleza, respetando el crecimiento natural de los productos agrícolas, y favoreciendo la conservación del medio natural. ¿No es esto lo que todos queremos?
Algunos de los principios de la agricultura ecológica se encuentran en sintonía con los del comercio justo. El hecho de apostar por los productos de temporada, por ejemplo, implica favorecer el comercio local de productos agrícolas, rechazando de forma implícita el transporte masivo de los mismos entre continentes, con el consiguiente impacto medioambiental que ello supone.
Si la agricultura no es ecológica hoy en día (algo difícil de entender a primera vista) es debido a la anteposición por parte de la mayoría de los productores agrícolas, frente a cualquier otro factor, del deseo de rentabilizar al máximo las explotaciones, siendo el medio ambiente el principal perjudicado de todo ello. De ahí que los productos derivados de la agricultura ecológica sean algo más caros. Por eso, y porque su demanda y consumo es menor. La llave del cambio, por tanto, la tenemos los consumidores.
En cuanto a la pregunta de si merece la pena o no comprar productos ecológicos, la respuesta es clara: depende del interés que tengamos por contribuir a la mejora del medio ambiente, algo de lo que se palpa más sensibilidad a pie de calle, que en el seno de las instituciones.
Foto: deltafrut
Y cada vez está más a nuestro alcance 🙂
Curso de agricultura ecológica en Cáceres: http://hortolab.wordpress.com/cursos/curso-de-agricultura-ecologica/ 🙂
Me gustaría añadir algo más:
En la agricultura ecológica, por lo general, puedes encontrar productos de una calidad superior, debido en gran parte a un mayor esmero en el cuidado del producto en el campo, así como la ausencia de productos químicos en el proceso de elaboración.
Para los que opinen que estos productos no llegan al consumidor, podemos observar como mucha gente es cada vez alérgica a más cosas, y muchos de ellos no son alérgicos al alimento en sí, si no a los componentes añadidos al mismo.
PD.: Si queréis algo mejor escrito y con más tiempo, podéis contactarme por correo electrónico sin problemas 😉
Muchas gracias por tu interesante comentario.
La falta de transparencia en la información sobre los productos que ingerimos, es evidente. Estamos en manos de las autoridades sanitarias que fijan unos máximos permisibles para cada sustancia química empleada en agricultura, y el tiempo, como bien dices, va arrojando datos que dan que pensar. La información, como siempre he defendido, es el principal motor para el cambio. Una sociedad más informada demandará otro tipo de productos, y forzará el desarrollo de este tipo de iniciativas. Por eso concluyo el artículo poniendo la patata caliente en manos de los consumidores.
Yo es que llevo muchos años en esto (creo que desde los 10, tengo 20 ahora) y ya he visto de todo…
Otra percepción errónea de lo ecológico es que sólo son «cosas verdes» (lechuga y poco más), cuando hoy día puedes encontrar prácticamente de todo proveniente de agricultura ecológica (por ejemplo, la mejor carne de ternera que he comido en mi vida era una ternera ecológica gallega, en BioFach)