A la hora de hacer consideraciones sobre los alimentos, la sociedad es muy dada a nadar entre aguas extremas, fustigando unas veces justificada o injustificadamente, y divinizando otras. El pan es un claro ejemplo de este hecho, al haber pasado en los últimos años por todas las fases posibles: la de la alta estima, la de la infravaloración y la de la recuperación de la imagen real.
Ésta última es la situación en la que nos hallamos justo ahora, un periodo en el que conviven las dos tendencias de forma simultánea: la de rechazo frontal y la de defensa a ultranza, al haber vuelto a sonar últimamente las voces de quienes ven en el pan un alimento extraordinario, frente a la de quienes siguen afirmando que el pan engorda.
A mis 33 años, desde que soy niño he oído decir que el pan engorda, si bien mi aprendizaje vital me ha llevado a pensar que, como cualquier alimento equilibrado (sin grandes aportes de grasa, con sus dosis de fibra, con sus vitaminas y minerales, etc.) el pan no puede engordar por sí mismo, sino al ser comido de forma desproporcionada, o como acompañante de embutidos, de salsas, etc. Los últimos estudios parecen estar en sintonía con mi humilde razonamiento, al defender la inocencia del pan por sus variados aportes nutricionales, siempre y cuando su consumo oscile entre los 220 y los 250 gramos al día.
Por eso, el Comité Científico del Pan Incerhpan (interprofesional agroalimentaria reconocida por el Ministerio de Agricultura), ha puesto en marcha una campaña que, bajo el nombre de Pan cada día, intentará devolver el lustre a la desgastada imagen del pan fomentando su consumo, contando para ello con las farmacias de toda España como puntos de venta del mismo, como si de una medicina se tratara. A ver quién se mete ahora con el pan.
Por último, y a título personal, me gustaría precisar que si bien bajo la definición de «pan» se incluyen infinidad de variedades, no todas pueden recibir la misma consideración. Cada pan está hecho con unos ingredientes distintos, y no todos son, por tanto, igual de saludables. En este sentido, rompo una lanza por los panes artesanales, cocidos en hornos de leña, sin aditivos ni conservantes, como los de la foto.
Foto: hirondellecanada
¿En serio la campaña es para venderlo en farmacias? No salgo de mi asombro, de verdad.
Lo del horno de leña es muy complicado, el resto es fácil. Hacer pan es solo una cuestión de paciencia y ganas, a mí me daba mucho miedo y ahora estoy enganchada.
Aquí un vídeo interesante: http://youtu.be/LIb2acrvvxc
Es totalmente cierto, aunque parezca un poco raro. Yo tuve conocimiento a través de un periódico local, pero el acuerdo es a nivel nacional.
Me ha encantado el vídeo. Es cierto que hacer pan no es demasiado complicado, y tirando de diferentes tipos de harinas, frutos secos, frutas y otros complementos, se pueden hacer muchas variedades.
Gracias Holly.