Los Guinness y la cocina siguen con su peculiar relación, saltando a la palestra casi a diario noticias acerca de la elaboración del plato más grande jamás cocinado, del embutido más largo, etc. Ya hablé hace algunos meses de este peculiar fenómeno en un artículo que titulé El tamaño importa en cocina, en el que quedaba claro el carácter puramente propagandístico del mismo, así como la obsesión de algunos por el tamaño de las cosas.
Hoy le ha llegado el turno al café. Os cuento. Al parecer, en una comunidad rural de Costa Rica con poco más de 34 mil habitantes se han propuesto arrebatarle nada más y nada menos que a la ciudad de New York, el récord de la elaboración de la taza de café más grande de la historia. El registro estaba en 7.608 litros y ahora lo quieren dejar en 8.000, ni más ni menos. Para servir este descomunal chute de cafeína para colosos, se necesitará una «tacita» de 2,45 m. de diámetro y de 2,60 m. de alto, de la que se espera que beban más personas que habitantes tiene la comunidad.
En el trasfondo de la anécdota, que sospecho que mantendrá con los ojos como platos a un buen puñado de costarricenses durante varios días, subyace el pretexto de reconstruir la iglesia del pueblo, una causa sacra que no sabemos si hará llover café en el campo, pero que de momento ha conseguido que se hable del café de Costa Rica en medio mundo. Brindo por ellos y por su iglesia. Con café, por supuesto.
Foto: Max Wolfe