Hace unos cuantos días, el hashtag #magicbrownie fue trending topic en la red social Twitter, con la peculiaridad de que se trataba de un contenido patrocinado. Pero claro, fue leer lo de brownie, y se me despertó el interés por saber qué era esto de los pastelitos mágicos. Si os soy sincero, en un principio no me quedó nada claro, ya que por un lado descubrí una marca de ropa con el sugerente nombre y un rico helado de chocolate de Ben & Jerry’s, mientras que por otro pude comprobar que la mayoría de los comentarios tuiteados que usaban la citada palabra clave, parecían contener mensajes en clave en relación con algo supuestamente muy divertido, muy cool, y también muy rico.
Las referencias a lo rico de los brownies mágicos fue un aliciente para seguir buscando. La imagen de las magdalenas de chocolate a la americana, ésa bola negruzca y grasienta que, como casi todo lo insano, es capaz de hacer babear a un muñeco de escayola, se instaló en mi mente como una droga, y a partir de ese momento fui preso de ella. Y no estaba mal encaminado mi instinto, ya que después de un par de búsquedas no demasiado profundas en Google, descubrí que los magic brownies arrojaban muchas referencias paralelas a términos como maría, cannabis o marihuana. Entonces comprendí lo del «magic» más allá del poder adictivo que el chocolate y los dulces ricos en grasas tienen sobre nuestro organismo.
Indagué un poquito más, y vi que además de pastelitos de marihuana, la expresión mágica arrojaba contenidos con buenas intenciones, como un grupo en facebook llamado Magic Brownie de aficionados a la repostería. Pero después de un rato no demasiado largo pude constatar que lo que predomina en las redes sociales es la alusión a los magic brownies como dulces de maría. Y entre las referencias a esta receta, descubrí que es especialmente famoso el relato de la elaboración de la misma de dos chicas adolescentes -muy a su manera, se ve que importaba lo que importaba-, en el que se incluyen fotos del paso a paso y otras de ellas mismas después de la ingesta del postre. Lo curioso es que, al final del post, las improvisadas reposteras se permiten dar consejos a los interesados en la receta. Receta que por supuesto desaconsejo. Copio y pego:
Resultado: Más ciegas que los empleados de la Once. La marihuana ingerida sube más, incluso para los inmunes. Advertencia, no dejen el bizcocho al alcance de los niños. Ni le echen 20€; inminente amarillo. Posibles efectos: pensar que estás calado de cintura para abajo, ver las cosas por capas, plomo en la sangre, modorra, temblores….
Para acabar con algo serio, os voy a recomendar una receta de brownies de verdad de SandeeA, cuyo nombre –Brownie «Muerte por chocolate»– me ha parecido que venía perfecto como broche satírico a lo que, espero, todo el mundo entienda como un mensaje de responsabilidad. Puestos a morir comiendo, mejor morirse sólo de mentirijilla, de placer por el sabor de algo muy bueno.
Foto: Angies
Vaya vaya con la magia de los brownies!!
Yo tambien voto por morirse de mentirijilla y por el placer del chocolate sin adheridos 😉
Madre mía, cómo está la gente! Ahora es cuando yo diría: «en mis tiempos…» Pero no, que no soy tan mayor 😛 Qué te voy a decir? que mis brownies provocan adicción, sin ser «mágicos» Gracias por la mención (me vas a hacer repetir la foto para quitar esa tan horrorosa xD). Un beso!
Bueno, es que desde ese post ya ha llovido, y han cocido dulces en los altos hornos de la felicidad, ¿eh? De todas formas, estoy de acuerdo contigo: haces el brownie otra vez, le haces una de esas preciosas fotos que haces ahora, y me mandas un bocado 😉
Eso eso Sandeea, haz el brownie de nuevo y manda ración doble, que la compañera de mesa de Ricardo, o sea yo, tambièn quiere un trocito.
Ya veis que oportunistas envidiosos hay en todos los sitios y en todas las circunstancias, especialmente si hay chocolate de por medio… 🙂