Me he enterado por los informativos de que el gato por liebre ya no se lleva, y que ahora lo que nos están dando es panga por merluza. Panga, granadero, bagre vietnamita, merluzas sudamericanas o chilenas, merluzas negras, etc.; en vez de merluza europea o merluza del cantábrico, la cara, la auténtica. Esta es, al menos, la conclusión a la que han llegado un grupo de periodistas de investigación integrados en el consorcio ICIJ (International Consortium of Investigative Journalists) expuesta en este informe que se acaba de difundir y publicar en numerosos medios.
El estudio es serio, y ha consistido en el análisis del ADN de 150 merluzas adquiridas en pescaderías y supermercados de Madrid como Alcampo, Hipercor, Eroski o Carrefour. Los análisis han desvelado que casi uno de cada diez de los pescados que se vendían como merluza (un 8,6%, para ser exactos), no eran merluza; y que un 40% de los que sí eran merluza, eran de una especie diferente a la que indicaba el etiquetado.
Hay que dejar claro que el de las merluzas no es un caso de alarma sanitaria, sino una estafa o fraude que, según parece, se debe estar produciendo con el desconocimiento de los propios pescaderos, los últimos en la cadena de producción y comercialización del pescado. De hecho, muchos de los responsables de los grandes almacenes han corroborado la información del ICIJ con sus propios análisis. Tal es el caso de El Corte Inglés, donde se han visto obligados incluso a destruir algunas partidas de pescado, al comprobar que donde ponía merluza argentina, lo que había era un tipo de pez conocido como «merluza de cola», pero que en realidad pertenece a otra especie. Más barata, por cierto.
A todo esto, la Confederación Española de Pesca ha salido en defensa de los suyos, poniendo en entredicho la veracidad del estudio. Es lo que tocaba, no esperaba menos. Por desgracia, el asunto huele a merluzo, y mucho. A merluzos amparados en la incapacidad de los peces de expresarse cuando descansan bajo moles de hielo con sus ojillos desorbitados y su sonrisa rígida característica. De las merluzas, y de los compradores de pescado -los que los llevan a las pescaderías y los que los llevan a casa-, porque hace falta mucho más que mirar a una merluza para detectar el cambiazo. Pero si las merluzas hablaran…
Foto: Agustineisnotmyname
Desde hace unos años es fácil encontrar panga, como tal, en las pescaderías del país. Tendría gracia que estuviesen vendiendo el mismo producto uno al ladito del otro, etiquetados de forma distinta, uno a 8 y otro a 14.
Por otro lado, cada vez que oigo hablar de la panga me viene a la cabeza la perca (por similitud fonética supongo), que también se puede encontrar con facilidad en nuestra pescadería habitual. Y no puedo dejar pasar la ocasión de soltar el discursito moral contra el consumo de este pez. Evidentemente no tengo nada contra el bicho, que no me ha hecho nada, sino contra la industria que lo saca del agua. Se trata de un pescado goloso pues está tierno, no tiene espinas y no está mal de precio. Incluso el aspecto rosáceo de sus filetes los hace más apetecibles. Si os fijais, suele aparecer etiquetado como perca del Nilo, procedente del lago Victoria. En este caso no hay gato por liebre, es perca. Se trata de una especie invasora introducida por el hombre (cuando digo hombre me refiero al occidental, claro) que se ha cepillado las especies autóctonas y consigo al sector pesquero tradicional del que subsistía la zona. Recomiendo el documental «La pesadilla de Darwin». Resulta bastante esclarecedor.
Consumo responsable, gracias.
Tengo una vaga idea de ese documental. Gracias por recordárnoslo. Es un ejemplo más, como el del etiquetado erróneo, de cómo la obtención de riquezas por parte de uno o de unos pocos, justifica cualquier cosa: alteración del ecosistema, fraude, salud pública (como el tema de la leche o del pescado contaminado con mercurio), etc. Muchas gracias y un abrazo, Esteban.
Miren , yo no sé que les están dando por merluza, pero siendo argentina, les digo, que muchas veces los rusos y españoles se nos llevan la merluza robada vilmente, tenemos tantas costas que es muy difícil la vigilancia para la prefectura marítima, asi que nuestra merluza desparece, y se nos hace cada vez mas cara…. vienen en buques factoria, y a veces llegan a Europa , figurando como que es de allá. Muy triste el despojo.