Cuando viajamos, y me refiero al momento del viaje mismo, del trayecto de ida o de vuelta, el hecho de comer se puede convertir en un escollo y quedar relegado a un segundo plano. En ocasiones, nos gustaría incluso no tener la obligación de comer, no sentir ganas, no desearlo, no debilitarnos por estar cuatro o cinco horas sin zampar, pero la naturaleza tiene sus antojos.
Aunque todo depende bastante del medio en el que viajemos. En coche, por ejemplo, la suerte está echada dependiendo de la ruta que estemos obligados a seguir, y del lugar por el que pasemos cuando sintamos la llamada de nuestro instinto. En avión, depende de la compañía, pero por lo general no se sirve comida para paladares demasiado exigentes. Se han hecho algunos esfuerzos, como la renovación que hizo Iberia de sus menús contando con el asesoramiento de varios chefs de prestigio. Y en tren… En los trenes algo parece estar cambiando.
Las limitaciones físicas que existen en los trenes para cocinar, no son comparables con las de los aviones, donde la altura y la presión lo condicionan todo. La falta de espacio no parece ser un obstáculo demasiado grande para cocinar rico y variado, y a un precio razonable, por eso no es de extrañar que también en el ámbito ferroviario, se haya levantado la veda de la búsqueda de la excelencia gastronómica, más allá de los trayectos de lujo como el Transcantábrico. En este sentido, RENFE acaba de anunciar un proyecto con el que se tratará de mejorar sustancialmente la oferta gastronómica en los trenes, para el año 2012. Para ello, el chef Mario Sandoval, del restaurante Coque, galardonado con una estrella Michelín, trabajará como asesor en la elaboración de menús que representen a España, en los que se intentará mantener, además, una relación coherente entre el precio y la calidad.
Junto con Sandoval, colaborarán con la compañía ferroviaria la sumiller María José Huerta, y Abel Valverde, jefe de sala del restaurante Santceloni. No obstante, el presidente de RENFE, Teófilo Serrano, no ha querido lanzar las campanas al vuelo, y ha declarado que, debido a la crisis en la que nos encontramos inmersos, esta apuesta por «el maridaje perfecto entre el mejor ferrocarril y la mejor gastronomía del mundo» no será una realidad inmediata en nuestros trenes.
Foto: Train Chartering & Private Rail Cars
Vídeo: Cocina.es
Un tema muy interesante. Es muy triste que en los regionales (al menos en los que yo transito) no haya más que una máquina de vending (que habitualmente no funciona) donde la oferta se limita a refrescos, bollería, patatas fritas, y chocolatinas. Vamos, lo ideal para el desayuno cuando uno va a trabajar…
Es cierto, aunque se entiende que no puede haber trenes perfectamente dotados en lugares donde la gente no lo usa como medio de transporte habitual. Lo uno tiene que ir unido a lo otro. Nuestra única forma de militar en la mejora de la cobertura de los trenes, en el aspecto de la comida y en todos los demás, es coger más habitualmente el tren. ¡Un saludo!
Entiendo lo que quieres decir, pero me parece cuanto menos peligroso ligar de esa forma la calidad de la oferta al volumen de demanda. En general es la pescadilla que se muerde la cola: si el servicio fuera mejor, se usaría más. Aunque está claro que donde vive poca gente, solo hay un número determinado de personas dispuestas a usar cualquier servicio. 🙂