¿Nunca os habéis preguntado por el origen de la tradición de comer las doce uvas de fin de año? Hoy es, sin duda, el mejor día para plantearse este tipo de cuestiones, así es que prestad atención.
Un poco de historia
Habría que empezar diciendo que las uvas han tenido siempre una muy buena prensa a lo largo de la historia, un hecho al que contribuyó en buena medida la consideración del vino como bebida ritual por parte del Cristianismo. Tal vez por su buena reputación, la asociación entre las uvas y la buena suerte ha sido también una constante en nuestra cultura. Se dice que los conquistadores españoles de las Américas las comían durante sus expediciones con la esperanza de obtener con ello buenos augurios.
¿Por qué uvas?
Sobre esta base, hay un hecho constatable admitido por la mayoría, que seguramente dio origen a la costumbre de tomar las doce uvas en España. Me refiero a la plaga de un insecto llamado filoxera que, a finales del siglo XIX, puso en jaque la producción de uva en gran parte de Europa. Superada la crisis de la uva en torno a 1909, el primer excedente de producción en los viñedos alicantinos, se dice que llevó a los productores a regalar las uvas entre la población, instaurándose a partir de ese momento como costumbre en cada Navidad.
¿Por qué 12 uvas?
Por lo tanto, habemus uvas, y las tenemos precisamente en Navidad. Pero, ¿por qué lo de comerse una uva precisamente al son de cada uno de los primeros doce segundos del Año Nuevo? El hecho de comer uvas y de brindar con champagne o cava ya era tradición entre las clases adineradas en España en el siglo XIX. De ahí a acabar montando el numerito de las campanadas hay un paso en el que el carácter alegre y la fácil predisposición para el cashondeíto de los españoles, aparte de la superstición y la metafórica vinculación entre los primeros 12 segundos y los 12 meses del año, yo intuyo como factores determinantes. En todo caso, esto no es ciencia, es pura suposición.
Lo que está claro es que comerse las doce uvas en Nochevieja está considerado como una llamada a la buena suerte, si bien no tienen que ser pocos los que por cumplir sí o sí con la tradición, empiecen el año con un susto en el cuerpo por atragantamiento. Hay que decir también que esta costumbre, aunque tiene su origen en España, cada vez está más extendida por Hispanoamérica. En Argentina, por ejemplo, se hace con uvas pasas. Casi como aquí, donde si no quieres, pues pasas (ustedes perdonen «el chistaco»).
Con uvas o sin uvas, con piel o sin piel, con pepitas o sin pepitas, os deseo a todos los lectores de Cocina.es una feliz Nochevieja, y sobre todo un excelente año nuevo.
Lo mejor es el chiste final, muy buen post richarl.